A propósito del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, es relevante reflexionar sobre qué significa ser una persona mayor en la actualidad. ¿Cómo se vive y cómo se percibe la vejez en nuestra sociedad?
La Organización Mundial de la Salud define el maltrato a las personas mayores como: “un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad avanzada”. Entre los diversos tipos de maltrato se incluyen: el maltrato físico, psicológico, emocional y sexual, además de la violencia o abusos por razones económicas y materiales.
Además de todos estos maltratos está también el maltrato sistémico. El que se despliega de manera intrínseca en el entorno social. Una dolencia que se va desarrollando lentamente y que termina manifestando sus síntomas en una sociedad insensible que abandona, agrede e invisibiliza a la persona mayor.
La violencia contra las personas mayores está ligada inevitablemente a la manera en la que vemos a esta población y en el rol que estas juegan en la sociedad. El edadismo, la discriminación, las condiciones hostiles del entorno, la falta de planificación, el debilitamiento comunitario, la carencia de vinculación intergeneracional y la falta de espacios de participación inciden de manera directa en las posibilidades de las personas mayores de ser vistas y valoradas como lo que son: seres humanos y sujetos de derecho que deben ser protegidos.
De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 6 personas mayores de 60 años ha experimentado algún tipo de maltrato. Vale la pena cuestionarnos a partir de cuándo las personas mayores empiezan a sufrir esta serie de violencias. ¿Es cuando cumplen 65 años? ¿Es cuando dejan de ser personas económicamente productivas? ¿Cuándo desarrollan algún tipo de dependencia? ¿Cuándo requieren cuidados? ¿Cuándo personas en edad productiva dependen económicamente de ellos? ¿Cuándo exigen respeto y reconocimiento?
Dice mucho de una sociedad la forma en que cuida y trata a sus miembros más vulnerables. El hecho de que después de una vida entera de luchas y contribuciones, gran cantidad de personas se enfrenten al tercer acto de su vida vulnerables al maltrato, a la soledad no deseada y al abandono, nos hace ver que nos encontramos ante un reto de cambio cultural.
El compromiso hacia la protección de las personas mayores y la garantía de sus derechos debe ser total y tiene que traducirse en acciones afirmativas y cotidianas que, a su vez, transformen conductas y resulten en la conformación de una cultura de cuido y solidaridad.
El cambio demográfico y el envejecimiento poblacional presentan enormes desafíos que debemos enfrentar en el presente. Asumir el reto de la construcción de una cultura de cuidado y de buenos tratos va a sentar las bases sobre las cuales vamos a construir la sociedad del futuro, en la cual seremos una mayoría de personas mayores con el derecho a una vejez sin violencia, digna y feliz.
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