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En el mes de las Personas Mayores




Nos encontramos en octubre, el mes de las Personas Mayores. Han pasado 33 años desde que las Naciones Unidas declaró el primero de octubre como el Día Internacional de las Personas Adultas Mayores, para concientizar sobre lo que significa ser una persona adulta mayor, sobre los derechos y oportunidades que se existen en esta etapa de la vida.


Estamos un año más viejas/os que el año pasado, con más canas en la cabeza, con menos colágeno y más cerca de los 65, o de los 80, o de los 100. Porque la realidad de los que gozamos de la maravilla de la vida es que estamos cada día menos jóvenes, que cada instante vivido nos acerca a la ineludible tercera edad.


La inminencia del envejecimiento amerita una reflexión. ¿Cómo quiero llegar a esta etapa de mi vida? ¿Qué puedo hacer hoy para construir el mañana que anhelo? ¿Cómo deseo que sea el cierre del tercer acto de mi existencia? Con esto en mente, teniendo presentes las aspiraciones personales sobre la propia edad de oro, analicemos los retos que enfrentan las personas hoy.


¿Dónde están las personas mayores en el presente? ¿Cómo son los espacios que habitan? ¿Qué estímulos existen que apelen a sus intereses? ¿Cómo se movilizan las personas mayores? ¿Cuáles son sus espacios de encuentro? ¿Cuáles son los vínculos, las posibilidades de participación, los espacios para el esparcimiento y la recreación? ¿Cómo ve la sociedad a estas personas? ¿Quién las cuida? ¿Qué desean?


Posiblemente las respuestas a estos cuestionamientos básicos sobre la realidad actual del colectivo de personas que más va a crecer en las próximas décadas no sean muy alentadoras. Si tomamos como muestra un botón y pensamos que el futuro va a ser similar al presente es hora de que los que tenemos 30 o 40 años actualmente nos pongamos la camiseta y empecemos a trabajar de manera inmediata por construir posibilidades mejores para nuestra propia vejez, la cual va a darse en una coyuntura sin precedentes.


De acuerdo con el II Informe de la Situación de la Persona Adulta Mayor, en el año 2008 había 271.415 personas adultas mayores en el país; en 2019 se contabilizaron 430.275 personas de 65 años o más (un 8% de la población) y se proyecta que para el 2050 la cifra suba a 1.262.253, representando un 21% de los habitantes de Costa Rica. Costa Rica está entre los países de América Latina y el Caribe que más rápidamente van a envejecer y estamos entre los países del mundo con mayor esperanza de vida.





Basta con abrir espacios de diálogo y escucha con las personas mayores para darse cuenta que a nivel país existe una deuda histórica. Hay pocos recursos, mala infraestructura, pocos espacios para participar, necesidades insatisfechas, incertidumbre y mucha soledad. Al escuchar a las personas mayores también hay un destello de esperanza. Hay conocimiento, muchos deseos de aportar, una gran voz que quiere ser escuchada, una masa crítica importante, un mercado en crecimiento, tiempo libre para invertir en la comunidad, historias, amistad, deseos de aprender y de enseñar, inspiración, fuerza, empuje.


La reflexión debe de pasar a la acción. El tiempo ya no está a nuestro favor y debemos como sociedad trabajar simultáneamente en el hoy y en el mañana. Debemos canalizar esfuerzos para garantizar los derechos y potenciar las oportunidades para las personas que son mayores hoy mientras construimos los andamiajes para que las personas que seremos mayores en 30 años podamos envejecer de manera activa y saludable y tengamos acceso a vivienda digna, espacio público de calidad, seguridad social, oportunidades de participación y bienestar.


Los países que ya han pasado por esto han identificado en la comunidad una herramienta clave para la protección de las personas mayores. Si bien los retos que enfrentamos son enormes, la comunidad prevalece como un campo de acción próximo y posible de impactar desde la individualidad de cada quien. Aportemos desde donde podamos para que nuestra comunidad sea motor de bienestar y cuidado para las personas mayores. Comprometámonos con nuestros mayores y con nuestro propio futuro para que más que un otoño la tercera edad sea una hermosa primavera.


Por: Andrea Terán, Directora de Programas para la Persona Mayor



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